15 de abril de 2011

a propósito de "la crisis de los pantalones" (un recortito)

(...) Dos paradas después de que encontró un asiento en el colectivo, subió un viejito, canoso y encorvado, con pinta de abuelo rezongón. Llamaba la atención el saco que traía puesto. Color gris, con algunas manchas en la solapa y deshilachado en los puños, quedaba en composé con la barba que le cubría la parte baja del mentón. El hombre se acercó a Wenceslao, le pidió permiso y  se sentó junto a la ventanilla. Luego de 20 minutos de viaje, lo miró y le dijo: “Pibe, ¿Qué me decís de la crisis?”. Justo cuando Wenceslao cerró los ojos y agachó la cabeza armando la peor de las puteadas en su cabeza, el viejo siguió: “Es un invento, pibe. La crisis es un invento”. Wenceslao lo miró atónito, y antes de que pudiera meter bocado, el viejo continuó: “¿Sabés lo que pasa? Acá la gente no tiene de que quejarse, y se queja. No saben lo que es vivir, entonces buscan algo para justificar su ignorancia. Por ejemplo, en mi casa, un día como yo, y otro día come mi perro. Eso es democracia". (...)