19 de abril de 2011

a propósito de "Abula"

Los ojitos son parecidos. El pelo se le hace rulos en las puntas. Eso es igual. Si mira a su mamá a los ojos, es casi la misma mirada. Cuando sale corriendo hacia el arenero, ella se anima a preguntar cómo se llama. El nombre ni siquiera suena similar. Comenta que sorprende lo contagioso de su risa. La madre le sonríe y se levanta. Ella no. Sentada en el mismo lugar, se queda a esperar que la alegría perdida aparezca nuevamente en los próximos ojos, en la próxima risa.