18 de mayo de 2011

a propósito de "Levántate, Sisi. Parte 12"

La cinta de capitán se le cae por el brazo a Sisi, y termina en su muñeca. Las medias flojas se amontonan en los tobillos flacos de Sisi. La camiseta sobra por todos lados y embolsa el aire. El pantalón corto está cerca de convertirse en túnica. Cada pique es un calvario. Cada cambio de ritmo es la misma muerte. Sisi no puede respirar profundo. No puede cambiar el aire. Es Sisi el que no puede cambiar. De aquel Sisi campeón quedan sólo recortes de diarios y sensaciones. Ahora Sisi está flojo de méritos y, solo frente al arco, sueña con volver a ponerla junto al palo.

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