Creo que terminé de perderla una noche en que la luna no tocaba el piso.
Caminaba Güemes volviendo a casa, por una vereda que de rota obligaba a ir derechito por el cordón, o amurado a la pared. Con cada paso pensaba que quizás la siguiente sería la cuadra del encuentro, o de la pérdida definitiva. Casi llegando a la curvita de Los Infernales, al pasar frente a una ventana abierta, se prendió una luz pálida, flojita, casi un reflejo de luciérnaga. Inmediatamente, llegó desde dentro un grito que me entumeció la espalda y me obligó a apurar el paso para cruzar la calle de un salto.
-¡¿Quen anda nai´?! – dijo alguien, preguntando y advirtiendo a la vez.
-¡Que mierda te importa, che vieja culiada! - le grité mientras empezaba a correr buscando esconderme en la oscuridad de la esquina.
Automáticamente supe que en mis bolsillos ya no quedaba ni poquito de caballero.
Muy bueno Turco, me hiciste reir imaginando la situacion.
ResponderEliminarme he pegado ya varias vueltitas y en cada una se me ocurre algún comentario.peeeero, como soy tímida, sólo le voy a decir que me gusta lo que encuentro.
ResponderEliminarA uno de estos anónimos lo conozco, y siguió riendo al frente mío... Al otro Anonónimo no la conozco... seguro que por la timidez. Siga encontrando mientras tanto...
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