20 de julio de 2011

a propósito de "Caza recompensa"

Es hermosa. Lisa y llanamente hermosa. Aplastantemente hermosa. Por momentos parece saberlo. En otros, en cambio, quisiera uno abrirle los ojos para despertarla de su inocente ignorancia. Clavarle la mirada es una debilidad desde la primera vez que uno se cruza con ella. El instante mismo en que la línea propia se toca con la suya es una invitación al ensueño, a cambiar el pensamiento, la visión, las sensaciones. Quien se atreve a mirarla a los ojos no vuelve nunca al mismo lugar del que partió. Hay quienes, advertidos previamente, intentan entrecerrar los ojos, pero ruedan barranca abajo al oírla. Otros, precavidos, apuestan a la distancia, pero claudican al sentir el aroma de su piel envolviéndolo todo. Hermosa de hermosura absoluta. Así es ella.

Hermosa se desata el pelo para que le tape los pezones redondos más dulces que existen. Hermosa se desnuda con la luz apagada para no sonrojarse, y para esconderse bajo las sábanas de su primo, que le acaricia los pechos imaginándolos aún más grandes en la oscuridad, y se retuerce mojando el calzoncillo apenas le roza la boca con la lengua. Ella sonríe y se pregunta si eso es todo, y quiere más.

Hermosa respira profundo y entrecortado al oído de su novio que la desnuda atolondrado y desesperado, rasguñándola para quitarle el pantalón, golpeándola para quitarle la remera ajustada, raspándola para arrancarle la bombacha, retorciéndola de dolor para meterse dentro de ella sin siquiera pensar en que hay una mujer en esa misma cama. Ella lo sufre, y sabiendo que eso no puede ser todo, espera más.

Hermosa se aferra a la espalda de su profesor. Le hunde las uñas para no resbalarse por la entrepierna de su amante inundada en sudor y aceite. Esta vez ella está arriba, ella comanda todo, ella es la que dice cómo, cuándo y por dónde se debatirá el sexo en esa cocina comedor. Esta vez él se callará para escuchar. Esta vez ella será libre. Esta vez sentirá que es casi perfecto, pero esperará más.

A nadie le dirá nunca cuán hermosa se siente cuando su cuerpo se divide a la mitad, ni cuán celeste es el cielo de estrellas que toca con las manos cuando la piel le arde hasta encenderse en una antorcha. A nadie le dirá que se juró a si misma seguir buscando ese amor que complete el vacío que siente ahí, en el lugar al que ningún hombre llega con su sexo.